Las dos partes de El santo rey don Fernando se representaron en las fiestas del Corpus Christi madrileño en 1671. Constituyen una rareza dentro del corpus de autos calderoniano, ya que son dos partes de un mismo tema, la santidad de Fernando III.
Ambas obras fueron concebidas para que se representaran conjuntamente, una a continuación de la otra, de modo que la acción no se cierra completamente en la primera, sino que el argumento se continúa en la segunda. En el primer auto asistimos a los triunfos de la Caridad (sobre el Hebraísmo) y la Fe (sobre la Apostasía), y la victoria de la Esperanza (sobre el Alcorán) queda para el segundo. Todo el segundo auto es en realidad una ejemplificación del tercer triunfo de las Virtudes.
Calderón concibió, además, escenificaciones posteriores por separado, junto con un auto viejo, para las principales ciudades españolas: Toledo, Sevilla y Córdoba.
En su estudio introductorio, la editora despliega también el contexto más amplio: por una parte el literario de la Comedia de santos o hagiografíca, y de leyendas y relaciones de milagros; y por otra parte los esfuerzos de la reforma tridentina de eliminar las supersticiones populares y el exceso de milagrerío. La doctrina tridentina fomenta la presentación del santo en dos vertientes: como modelo de imitación y como intercesor.