El auto sacramental La cena del rey Baltasar es considerada una de las primeras obras maestras de este género. En su centro un monarca vanidoso quien tras repetidas advertencias recibirá su castigo.
Como en otros autos, Calderón emplea en La cena del rey Baltasar el mecanismo de la amplificatio de la materia bíblica. Aprovecha una mínima sugerencia del libro de Daniel (la referencia a las esposas y concubinas de 5,1-3) para construir la premisa de todo su argumento, que es la boda de Baltasar.
El rey impío recibirá tres advertencias. Primero, Daniel le recuerda que está sujeto al poder de Dios. Entonces sale la Muerte: en una larga tirada en octavas reales reclama su derecho a juzgar a Baltasar y presume de sus grandes poderes que, sin embargo, somete a la autoridad de Daniel. Al final, la Muerte acaba por recordar a Baltasar que es mortal. Climax de las advertencias será el sueño de Baltasar. El bloque B transcurre en un sólo espacio, el del palacio de Baltasar. El estampido y la escritura en la pared serán el anuncio del castigo.
El auto procede de los primeros años de la década de 1630. Poco se sabe de su fortuna escénica en la época, pero fue recuperado para la escena en el siglo xx en numerosas ocasiones. Por una parte, por el periodista y autor alemán Reinhold Schneider (quien en 1956 obtuvo el Friedenspreis des Deutschen Buchhandels), Schneider lo refundió 1949, y en los años cincuenta hubo cuatro representaciones Alemania (Berlín, 1951; Stuttgart 1957), Suiza (1952) y Austria (1954). Se escogió para la inauguración del Teatro María Guerrero como sede del Teatro Nacional, en 1940; hubo varios montajes para el centenario en 1981, una en Madrid, que luego iba de gira por provincias, como también una en el Sexto Festival de Teatro Español de Oro de El Chamizal.
Los editores también discuten los pros y contras de una lectura política del auto.
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