El auto No hay más Fortuna que Dios (escrito después de 1647) continúa en la línea de El gran teatro del mundo, pero utiliza como guía argumental la denuncia de la falsa diosa Fortuna.
La obra arranca con el Demonio como estratega. Junto con la Malicia imaginan a una deidad fantástica, la Fortuna, para que engañe a los hombres. Estos yacen dormidos debajo de un gran árbol: el Poder, la Labranza, la Hermosura, la Discreción, la Milicia y la Pobreza. Del árbol cuelgan las insignias que simbolizan los diferentes estados. Sale la Justicia distributiva y les despierta llamando al reparto. Cuando todos los personajes desdeñan tomar la cruz, la Justicia les explica que ese don viene para todos y para ninguno…
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