El auto mariano de argumento bíblico Las espigas de Ruth fue uno de los dos escenificados durante el Corpus de 1663, junto con la segunda versión de El divino Orfeo. Ambos autos exploran el papel de la música y de la voz.
Una de las voces más atractivas del auto Las espigas de Ruth es la del gracioso Zafio relatando la «olli-tragedia». Al rústico Zafio le encargan llevar la comida al campo a los segadores, a quienes presenta la excusa de que se le cayó la olla al suelo y, en el colmo del absurdo, solo pudo recoger el caldo en tanto que los bocados de carne fueron absorbidos por la tierra. Finalmente, confiesa que fue sacando los bocados como si fuesen presos encerrados en la cárcel de la olla y él la visita general que los ponía en libertad. El relato de la «olli-tragedia» se extiende a la bota de vino, que Zafio ha rellenado de agua.
En cambio, el leitmotiv inicial de la obra es el temor. El temor de Lucero de ver unidas las imágenes de la aurora y de las espigas. La aurora clara, pura, limpia y bella asociada a la Virgen, así como las espigas asociadas a Cristo (las espigas son prefiguración del trigo de Belén (Cristo, el Pan de la Eucaristía; Belén se interpreta como «casa de pan»).
La editora, Catalina Buezo, ofrece un sugerente análisis de la disposición bipartita y de las secuencias binarias a lo largo del texto: el fundamento global del juego de binarios afecta a la música, a los personajes, a la indumentaria, a las imágenes, a las simetrías lingüísticas, a los tópicos y a la puesta en escena. Además, Buezo ofrece un breve repaso por las diversas fuentes. Partiendo de una historia del Antiguo Testamento, del Libro de Rut, Calderón aprovechó presumiblemente el anónimo Diálogo del Santísimo Sacramento (en él intervienen Ruth, Booz, Noemí, el Sentido, la Fe, el Amor, el Temor, la Vista y la Humildad), auto representado en Pamplona en 1610.
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