Kurt y Roswitha Reichenberger son bibliotecarios de formación. Su interés por Calderón se despertó en uno de los célebres Coloquios Anglogermanos rotulados «Hacia Calderón», concretamente en el celebrado en Hamburgo en 1973, donde se dieron cuenta de que no existía una recopilación bibliográfica exhaustiva del autor de La dama duende, ya que la última bibliografía realizada por Breymann databa de 1905 y era un tomo pequeño. Se hacía, pues, absolutamente necesario llenar ese vacío, tan enojoso para la investigación filológica.
Pronto advirtieron las enormes dificultades que planteaba la tarea que habían emprendido, y, aunque ni tesón ni testarudez se encuentran entre las virtudes de su Renania natal, perseveraron en su empeño. En 1979, tras varios años de intenso trabajo, les llegó por fin el ansiado momento de tener en las manos el primer tomo impreso de la obra, un infolio encuadernado en tela roja con más de ochocientas páginas de extensión.
En este tomo I del Manual Bibliográfico de Calderón figuran, enriquecidos con una breve y concisa descripción bibliográfica y la mención del fondo al que pertenecen y de las signaturas correspondientes, todos los manuscritos conocidos de Don Pedro, además de las partes y ediciones sueltas de sus comedias, de sus autos sacramentales y de sus piezas de teatro menor, loas y entremeses, junto a la totalidad de las ediciones modernas de sus obras hasta 1979 y a las traducciones de las mismas aparecidas hasta esa fecha.
El eco internacional que tuvo ese libro en las revistas especializadas fue descomunal, y dio ánimos a los autores para afrontar poco después la publicación del siguiente tomo, que no fue el segundo, sino el tercero. Durante la preparación del tomo I, los Reichenberger se habían percatado de la enorme importancia que tenían las descripciones detalladas de las ediciones sueltas de la época a la hora de llevar a cabo una nueva edición crítica. El tomo III del Manual Bibliográfico contiene, pues, una minuciosa descripción de todas las comedias sueltas conocidas hasta el momento. Lo completan unas tablas cronológicas de las comedias y autos calderonianos y de otros temas de la época relevantes para su obra. Algunas de las más importantes colecciones de «sueltas» se habían beneficiado ya de distintos trabajos previos durante la elaboración del tomo I, mientras que para una selección de otras bibliotecas pudieron contar con la colaboración de expertos internacionalmente reconocidos Mildred Boyer, Don W. Cruickshank, Edwin Stark, de modo que el citado tomo III, de otras ochocientas páginas en tamaño folio, pudiera ver la luz, cosa que hizo en 1981. También en este caso hubo una reacción sumamente positiva entre los especialistas, con más de cuarenta reseñas en revistas de investigación.
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