Hortus digitalis 2

Oralidad, musicalidad y sonoridad en la literatura áurea
Fernando J. Pancorbo (ed.)
2024; vi, 250 pp.; 17 x 24 cm.

Digital (PDF)
(Hortus digitalis 2)
ISBN: 978-3-967280-74-6
[acceso abierto]

 

Gaston Gilabert

El conjuro diabólico en verso: fuentes y variación estructural de la Antigüedad al nacimiento del teatro áureo

pp. 137-165

DOI: 10.59010/9783967280746_006


 

En el crisol del Arte Nuevo se plantean dos tipos de conjuros para el teatro que, pese a poseer elementos en común, siguen distintas directrices y afectan de modo diverso a las tramas en los que se insertan y a la organicidad de la relación entre esos contenidos aciagos y el género literario que los acoge. Por una parte, se halla el modelo que fija Juan de Mena en el Laberinto de Fortuna y, por otra, el que establece Fernando de Rojas en La Celestina. A priori podría objetarse que no son modelos distintos, pues la fuente principal del conjuro diabólico de la Tragicomedia de Calisto y Melibea no es otra que la secuencia pronunciada por la nigromante pucelana en las coplas de Mena; no obstante, como dice el refrán, el diablo está en los detalles.
El primero de los modelos castellanos se caracteriza por un tono macabro, un estilo elevado y una gravedad funesta, que poco o ningún espacio deja a la comicidad y al realismo literario, de modo que el siglo XVI seguirá este camino especialmente para sus poemas épicos y para sus tragedias, en una senda que, a la postre, va a mostrarse incompatible con la fórmula del Arte Nuevo. En efecto, la oficiante de Mena es una aterradora nigromante que invoca en plena noche a las potencias infernales con el objetivo de lograr que un cadáver le revele el destino de una guerra en curso…


 

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