[Agricultura y Comercio, Alianza Social Continental]

Boletín No 18 Julio - Agosto 2008

Regional, justo, libre de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) y diverso – reclama el movimiento global

Por Ute Sprenger ©

Sobre la Cumbre de Bioseguridad y Biodiversidad en Alemania: Mientras que el comercio con cultivos transgénicos crezca, asimismo el hambre en el mundo se agrava. Ni la industria ni la política de varios estados asumen la responsabilidad para los impactos de OGM. En muchas regiones aumenta la resistencia y la búsqueda para alternativas más allá de esta normalidad.

En mayo del 2008, la ciudad alemana de Bonn, por tres semanas fue escenario de un forcejeo entre miembros de la ONU, empresas transnacionales y la sociedad civil sobre los organismos genéticamente modificadas (OGM) y la Biodiversidad. Allí, con la 9a Cumbre del Convenio sobre la Biodiversidad (COP9 de la CBD) en realidad se manifestó una vez más la controversia de los debates de dos convenios internacionales estrechamente vinculados: el Protocolo de Cartagena sobre la Bioseguridad, es decir las negociaciones para reducir el riesgo de la ingeniería genética y la misma Convención sobre la Biodiversidad, la cual abarca la cuestión controvertida del acceso a la diversidad biológica y su uso.

En la agenda de la 4a ronda de negociaciones sobre la seguridad respecto a organismos transgénicos (MOP4), se planteó la cuestión de cómo hacer las empresas biotecnológicas responsables en forma obligatoria por daños ocasionados a la diversidad biológica. La lucha contra la biopiratería, el uso sostenible de los recursos naturales y la preservación de los ecosistemas, se debió negociar en Bonn en la Conferencia del Convenio sobre la Biodiversidad. Sin embargo, en general las expectativas estaban altas – pero por fin fueron decepcionantes. Ni las negociaciones sobre responsabilidades en casos de contaminación por la ingeniería genética avanzaron, ni en la lucha contra la biopiratería.

Los representantes de algunos Estados contratantes, como Japón, Canadá, Brasil, Paraguay, Perú, y también la misma industria, han intentado en repetidas ocasiones parar el proceso de negociaciones. Corrían rumores que los Estados Unidos, que hasta hoy en día no han firmado ni el Protocolo de Cartagena, ni el CDB y por eso no forman parte oficial de las negociaciones, le pidieron a los japoneses asumir sus posturas en Bonn. Japón es uno de los mayores importadores de productos transgénicos. Al final los estados contratantes acordaron seguir negociando y buscar soluciones hasta la próxima conferencia en Nagoya, Japón 2010.

Otra agricultura es posible

Al comienzo de la Conferencia de la ONU en Bonn, el lunes de Pentecostés, unos 6000 activistas de medio ambiente, desarrollo y campesinas, organizaciones de agricultores, así como científicos de más de 90 países se manifestaron en las calles contra los agrocombustibles, el hambre en el mundo, la extinción de las especies y una agricultura transgénica. Bajo el lema "Por la Diversidad Biológica - regional, justo, libre de OGM" los manifestantes se trasladaron en la mañana con tractores, pancartas, trajes y grandes títeres al lugar de celebración de la reunión de la ONU (MOP4). Exigieron un mundo colorido y diverso y que la agricultura sigue siendo libre de OGM, así como contra las patentes de las agroempresas de biotecnología. A continuación de la demostración, se celebró hasta la noche en el Parque Rheinaue en forma pacífica e imaginativa el Festival de la Diversidad Biológica. "Esperamos que nuestro mensaje llegará a los delegados en la conferencia oficial”, dijo Siegrid Herbst, en la Alianza para la demostración para el grupo alemán Semillas.

Durante la primera semana de la cumbre, mientras que los organismos oficiales, muchos lobbys de la industria, así como algunas de las ONGs debatieron sobre la aplicación concreta de medidas del Protocolo sobre la bioseguridad, críticos (as) de todo el mundo se organizaron en la conferencia "Planeta de Diversidad". Esta conferencia que reunió a más de 700 personas de todas partes del mundo fue algo entre una cumbre alternativa e una especie de "contra-cumbre". Tomaron la palabra los (as) científicos (as) críticos (as), así como los (as) agricultores, consumidores y ambientalistas para empezar una enorme red de reuniones, donde en lugar de la corbata y los collares se pudo admirar trajes africanos y los colores brillantes de saris.

Había talleres con representantes de zonas e iniciativas libre de transgénicos de la India, Colombia, Chile, Malí, Italia, Rusia, Georgia, Alemania, Austria y Suiza, había otros talleres sobre los problemas de la agricultura con monocultivos y insumos químicos que dañan el medio ambiente, destruyendo las tierras, al punto que hoy en día se responde más a las fabricas de carne y agrocombustibles en vez de las necesidades de los seres humanos. Coincidieron también los agricultores presentes y las organizaciones de base de "Planeta de Diversidad” con el último informe de 400 científicos (as) del Consejo de Agricultura Mundial (IAASTD). Su co-presidente, Hans Herren, dijo en la conferencia, "business as usual, simplemente no es una opción más". El destacó: “Los medios y las tecnologías para superar el hambre están disponibles. Lo que falta es sólo la voluntad política, para su uso con prudencia y sistemáticamente.”

La activista india de derechos civiles, Vandana Shiva manifestó dudas de la legitimidad democrática de la ingeniería genética agrícola. Está convencida de que "en ningún país se podrían introducir OMG con el consentimiento de la mayoría de la población." Al igual que Shiva, formularon muchos (as) de los (as) asistentes su crítica a la política agrícola industrial desde la perspectiva de sus respectivos países y más allá. “Estamos acá en Bonn para celebrar la diversidad cultural y biológica y porque estamos luchando contra las empresas transnacionales que están a punto de apropiarse de los recursos naturales africanos”, explicó Mamadou Goita, del Instituto de Investigación y la Promoción del Desarrollo Alternativo (IRPAD) en Malí.

En África del Oeste, una región donde muchos pequeños agricultores siembran el algodón, desde hace más o menos diez años las empresas Monsanto y Syngenta tratan de introducir a los mercados sus semillas de algodón transgénico. Hubo una lucha exitosa de una alianza de agricultores de Mali, consumidores y ambientalistas para evitar la introducción de transgénicos. Pero las empresas siguen presionando a la región, aprovechándose de la actual crisis alimentaria, informó Mamadou Goita.

También vinieron mujeres del movimiento campesino Nayakrishi Andolon de Bangladesh para vincularse con la lucha anti-transgénica en otros partes del mundo. Para Farida Akhter, de la organización bengalí UBINIG es importante que muchas organizaciones de agricultores (as) y grupos ambientalistas defiendan y desarrollen sus propias alternativas. “Estamos aquí para compartir nuestras experiencias”, dice ella. “Y para que todo el mundo sepa que todos estos transgénicos no son necesarios. Tenemos nuestras diversidad de semillas y queremos que siga siendo así. Por otra parte, queremos aprender de los demás: De los pueblos de África, América Latina y Asia.”

Este punto de vista fue compartido por Cati Marielle del Grupo de Estudios Ambientales (GEA) de México, un país donde amplias zonas se encuentran amenazadas por la contaminación transgénica de maíz. "Es especialmente importante que los centros de diversidad genética y las regiones de origen de la diversidad biológica del cultivo de la humanidad sean protegidas, como Bolivia y Perú (a causa de la papa) y de México, por el maíz. La introducción de maíz transgénico en México es una contaminación de nuestra base de alimento: la tortilla; así como nuestras semillas"

¿Confiando en las empresas transgénicas?

Un reglamento sobre la responsabilidad y compensación en casos de contaminación genética en el comercio internacional, ya se había discutido por cuatro años. La industria y los grandes estados de exportación de OGM todos esos años no dejaron lugar a dudas que el Protocolo de Cartagena, con el principio precautorio para ellos será más bien una molestia insoportable. Parte de la estrategia era y todavía es, poner en tela de juicio que la contaminación de un cargamento o de una cosecha de cereales, será un daño y causa una pérdida. No obstante, muchos esperaban que en Bonn por último, se lograría un gran avance para un régimen vinculante. Lim Li Lin de la Red del Tercer Mundo (TWN) aclaró: "Un régimen estricto de responsabilidad y compensación en el plano internacional se necesita con urgencia para que las víctimas no esperen por la indemnización. El tiempo para introducir esto, ya está disponible en el Protocolo de Bioseguridad de Cartagena".

Luego, en mayo, de sopetón seis grandes empresas agrobiotecnológicos - entre ellos BASF, Bayer CropScience, Dow AgroSciences, DuPont / Pioneer, Monsanto y Syngenta - lanzaron por su asociación de cabildeo global CropLife International una propuesta de régimen en la mesa de las negociaciones, llamado “El compact”. Siendo una obligación voluntaria, esta propuesta causó bastante excitación entre los delegados y las organizaciones no gubernamentales (ONG). Durante los debates de los primeros días sobre regimenes de compensación, se perdió mucho tiempo sobre estas medidas privadas.

Críticos (as) dentro de las negociaciones y de las ONG dejaron claro que al tratado privado voluntario de las empresas le faltó el carácter vinculante a los regímenes de responsabilidad. "Su objetivo es privatizar la legislación internacional", dijo la presidenta del Instituto Ambiental Ecoropa, Christine von Weizsäcker. La propuesta sólo cubre daños a la biodiversidad, pero no daños a la salud humana, el medio ambiente, tampoco socio-económicos o culturales, como se indica en un análisis conjunto de las ONG. Incluso daños a la diversidad biológica se indemnizará sólo si la anterior situación de las especies y los ecosistemas son revisados científicamente por las autoridades nacionales competentes. "La industria pone las condiciones en varias etapas. Deben garantizar que el daño no esta reconocido", criticó Lim Li Lin de la TWN.

Simultáneamente se observó que un grupo internacional de científicos (as), miembros del Public Research and Regulation Initiative (PRRI) en eventos paralelos de las ONG durante la 4a Reunión del Protocolo de Bioseguridad actuaron bien agresivos. Al PRRI pertenecen científicos (as) afiliados a las empresas agrobiotecnológicos que defienden los transgénicos. Este grupo se estuvo en un evento donde se presentó la problemática de los cultivos transgénicos en Argentina y en Paraguay. Después de las presentaciones donde se testificó de la violencia que se esta viviendo en estos países asociado a la expansión de los monocultivos de soya transgénica, durante la sesión de las preguntas, se desató un debate violento en que una participante del taller acusó a la panelista de mentirosa, otros participantes descartaron los impactos de las plaguicidas y negaron la veracidad de la información.

Al salir de la sala al término del evento, dicen los testigos, se ha escuchado a algunos de los actores manifestarse felices de que habían destruido el evento. Al menos dos de estas personas se identificaron como miembros del grupo PRRI. Una situación semejante se relato también sobre otro evento paralelo efectuado por ONGs de México para denunciar la contaminación del maíz originario. “Esta violencia de las empresas y sus ONGs denota cierto nerviosismo por las discusiones sobre responsabilidad y compensación por daños causados por los transgénicos que se discute en la MOP4”, analizó la chilena María Isabel Manzur de Fundación Sociedades Sustentables. Se sospechó que se deseaba silenciar los impactos ambientales, socioeconómicos y a la vida humana, que están ocurriendo en los países por la expansión de los transgénicos.

Al parecer, la propuesta de la obligación voluntaria del grupo CropLife International que por fin pasó por alto, ha servido en este sentido a la industria y los científicos (as) correspondientes. Porque, como lo han analizado voces críticas, nada se ha decidido en Bonn, para adelantar algo respecto a la responsabilidad y la indemnización. A pesar de que el grupo de delegados de espíritus afines (like-minded group), en el cual unos 80 países del Sur se reúnen, ha intentado promover algo sustancial, se convino sólo en continuar las negociaciones en los próximos dos años para la MOP5 en 2010 en Japón.

Repartiendo el pastel

Aunque los tesoros naturales del planeta se están disminuyendo dramáticamente, la conciencia de que la vida humana depende en gran medida de la riqueza de la diversidad de la naturaleza, sólo prevalece lentamente. Así es que también la segunda etapa de las conferencias de Bonn, las negociaciones sobre el acceso a los recursos biológicos, patentes a plantas medicinales o semillas y los derechos socio-culturales dentro del Convenio sobre la Biodiversidad, fueron dominadas por un fuerte estira y encoje sobre responsabilidades políticas y económicas. Durante las dos semanas de COP9 activistas de diferentes grupos y países se manifestaron contra la biopiratería y para la protección de los bosques y de animales en peligro de extinción, para el fortalecimiento de los derechos de los pueblos indígenas y para una moratoria a los agrocombustibles. Nuevamente la industria junto con grupos de científicos (as) y esta vez con Canadá, bloquearon las negociaciones sobre un régimen internacional vinculante; una vez más Japón durante días jugó un papel nefasto en este contexto. Desde la perspectiva de la sociedad civil y de muchos delegados de países del Sur no se habían resuelto los conflictos sobre patentes o sobre la propuesta de certificados de origen, ni se han aprobado medidas en contra de la biopiratería.

Sobre la cuestión de la financiación, las naciones industrializadas no están dispuestas a proporcionar los fondos precisos para la protección de los bosques y los mares, ni a rendir cuentas legalmente sobre los que siguen a talar los bosques y sobrepescan los mares. Un pequeño rayo de esperanza viene de la formación de un fondo “Life Web Initiative”, iniciado para nuevas áreas de protección y áreas existentes por el gobierno alemán, que ha prometido 500 milliones de Euros durante cuatro años entre 2009 y 2012, además un de financiamiento permanente de 500 millones anuales después de esta fecha.

También Noruega y España querían facilitar fondos para la lucha contra la deforestación. Muchos países ya han anunciado participar en la iniciativa con el anuncio de nuevas áreas protegidas. La verdad es que esto es una gota, critican ambientalistas, pues para una red mundial de áreas protegidas en la tierra y los mares, se necesita 20 a 30 mil millones de Euros al año. Al final, la industria junto a representantes políticos y científicos que sostienen sus poderes logró una vez más en Bonn, con juegos tácticos que se aplazaran las decisiones necesarias. Quién causa la contaminación transgénica por ahora puede salvarse en adelante impunemente. Además, en general la pérdida de la diversidad biológica no fue abordada seriamente por los Estados contratantes en Bonn.

El uso sostenible de los recursos y los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales así como los derechos de agricultores y consumidores están sujetos a los beneficios a corto plazo de la economía. A pesar de todo eso, no todo el mundo en Bonn mostró pura desilusión. Para Aldo González por ejemplo, del grupo mexicano Unión de Organizaciones de La Sierra de Oaxaca (UNOSJO) valió la pena a venir a las discusiones del convenio: “Porque hoy estamos dándonos cuenta plenamente de que como quieren repartirse el pastel. Y en este sentido nosotros podemos adoptar otras medidas para defender los recursos que nos ha sido legados por las generaciones anteriores.”

El texto puede ser utilizado para fines no-comerciales. Requisito es la especificación y la vinculación de la fuente. Reimpresión (incluyendo citas), reproducir, citar sólo en consulta con la autora.

Vuelta atras