EN UN ATARDECER

En la agonía roja de cada atardecer,
se entristece la fauna y la flora desmaya;
mientras por el poniente el sol se hace una raya 
y el beso de la noche la luz hace correr.

Ya los bosques encienden sus luciérnagas tibias,
canta el río más fuerte al permiso del ruido;
los jardines ajenos libertan su fluido 
y los lagos afloran criaturas anfibias.

En espejos se miran las fieras al beber,
la tímida gacela se incrusta entre la fronda;
y lagrimea el sauce cumpliendo su deber.

La sirena se peina la cabellera blonda,
al pie de la cascada invitando a querer
y en el océano el sol, cada vez más se ahonda.


RUMOR DE MANANTIALES

Rumor de manantiales,
llegaba de muy lejos; 
y los cantos finales
de algunos cisnes viejos.

Por entre los ramajes
de los sauces frondosos,
los dorados celajes
caían perezosos.

Los labriegos cansados 
silenciaron sus lampas, 
los bueyes agotados
echaron sus estampas.

En las chozas nacieron 
pedacitos de luz;
y las manos hicieron
la señal de la cruz.


MADRE

Madre, cuando recojas con tu frente mi beso 
todos los labios rojos, que en mi boca pecaron 
huirán como sombras cuando se hace la luz.

Madre, esas arrugas se formaron pensando
¿Dónde estará mi hijo, por qué no llegará? 
Y por más que las bese no las podré borrar.

Madre, tus manos tristes como aves moribundas
¡Déjame que las bese! Tanto, tanto han rezado, 
por mis locos errores y mis vanas pasiones

Y por último, Madre, deja que me arrodille, 
y sobre tu regazo, coloque mi cabeza.
Y dime: ¡Hijo de mi alma!, para llorar contigo.


CARIÑO

Dios me ha libertado del tiempo y del dolor 
he pagado mi vida con sangre y juventud;
y ahora que estoy libre para ofrecerme a ti,
sin pedirle permiso te hice esta canción así

Cariño, yo quiero llevarte
a un lugar que sólo conozco yo. 
Cariño, allí no hay destino,
ni llega el ladrido de la sociedad.

Cariño, allí soy el dueño,
es la única parte en que no manda Dios.
Cariño, allí no hay tristeza,
ni miedo, ni envidia, ese lugar... soy yo


SI TÚ ME QUISIERAS

Si tú me quisieras, yo te haría un nido 
con alas prestadas de mil mariposas. 
Buscaría un valle, lejano, escondido, 
donde viva un río y no mueran rosas.

Haría con caña y junco florido, 
sobre una colina una linda choza;
y cuando el día quedara dormido, 
quemaría incienso a tus pies de diosa.

Y al llegar la noche contenta de vernos, 
si no hubiera luna celosa por ti; 
tus ojos abiertos nos darían luz.

Y si el cielo quiere, para protegernos 
mandarnos un hijo parecido a mí;
nuestros cuatro labios harían la cruz.


PUEDES IRTE

¡Hiéreme, sin temor! Que los dolores, 
son muy amigos míos desde niño. 
Y mi pecho está lleno de cariño 
y en él no pueden anidar rencores.

Sé que te quieres ir, que mis amores,
te han llegado a aburrir, mas no te riño. 
Cansa el oro y también cansa el armiño 
hasta la vida cansa: no, no llores.

Es lógico tu adiós, la golondrina
busca el sol cuando el invierno llega 
y la abeja no besa flores secas.

Se van las aves cuando la encina 
pierde las ramas y ella no les ruega
dice: ¡Adiós!, como yo, sin hacer muecas.


DULCE AGONÍA

Un latido es un paso hacia la fosa
y en cada beso se nos va la vida. 
Buscamos los placeres sin medida
y el cuerpo sufre cuando el alma goza.

Cada querer liba, cual mariposa, 
de nuestros labios la miel escondida. 
Nos va matando y nos es querida 
esa agonía lenta, silenciosa.

Cada copa que alivia nuestra pena 
y nos hace reír por un momento.
¡Destroza nuestro ser, nos envenena!

Mas, quita de las bocas el lamento. 
Y que importa mañana la condena.
Si estuvo un rato, el corazón contento!


¿DÓNDE ESTAS AMOR?

Si estuviera seguro que la muerte, 
es capaz de acabar con los dolores.
Escogería pronto, sin temores 
de todos los venenos, el más fuerte.

Terminaría así mi triste suerte 
de vivir ofreciendo mis amores 
y recibir en cambio sinsabores 
en el afán de amar por conocerte.

Pues te busco, amor, constantemente, 
en todos los quereres, te adivino
y en sus bocas pregunto, locamente.

Mas nadie me responde, no encuentro alma.
Por eso es que con tanto desatino, 
busco en la muerte a mi dolor la calma.


PARA QUE REINE EL AMOR

Para que reine el amor, 
en un mundo de delicias. 
Hay que matar al dolor,
que causan las injusticias.

Para que sean dichosos, 
tu corazón con el mío;
que no halla niños llorosos, 
ni ancianos muertos de frío.

Para que pronto amanezca, 
la aurora de la justicia; 
que pronto desaparezca,
la maldad y la codicia.

Y para que sea feliz,
por siempre la humanidad;
que florezca la raíz,
de la solidaridad.


HAY QUE SALVAR AL AMOR

Se está muriendo el amor, 
de frío de hambre y de guerra.
Se está muriendo el amor, 
que había sobre la tierra.

Debemos darle calor
y un fusil de paz y pan. 
Hay que salvar al amor, 
antes que la humanidad,
se convierta en una hoguera,
Hay que salvar al amor,
despertando la bondad 
y la solidaridad.

Juntemos las manos limpias 
todos los hombres del mundo.
Juntemos los corazones 
y revivirá el amor.


ASí TE QUIERO

Así como te quiero, 
nadie podrá quererte;
ni siquiera tus hijos,
si algún día los tienes.

Ni tus padres, ni tu misma. 
Nadie más que yo.

Te quiero como quieren
las aves al espacio,
como aman las estrellas 
el manto de la noche;
como quieren la lluvia
los campos y las flores
como las playas aman
a las olas del mar.

Ni a mi mismo me quiero, 
como te quiero a ti.


CHOLA LINDA

En mis labios vives tú,
en tus ojos muero yo.
Cómo crees pues, cholita! 
Que yo te pueda engañar.

Tenemos la misma sed,
sufrimos el mismo dios. 
Imposible pues, cholita!
Que te pueda traicionar.

En las mañanas,
despertaré las campanas.
Y cuando duermas,
los duendes ahuyentaré.

Toda mi vida, procuraré tu alegría, 
por verte libre, tu muerte me beberé.
Patria mía, ¡Chola linda! 
Nunca te abandonaré.


LA SOMBRA DE TU LUZ

Se ha quedado en mis ojos 
la voz de tu sonrisa;
y aún retoza en mis manos 
el eco de tu piel.

Y la música dulce
de tu palabra tibia;
agita en mi recuerdo 
la sombra de tu luz.

Y cantan en mi pecho 
dos palomas felices;
son tus manos queridas 
que anidaron allí.

Y se mojan mis labios
recordando los tuyos;
y de pie mi esperanza 
aún espera por ti.


MI NAVIDAD

Soy el hijo del amor y de la pobreza,
no tengo más juguete, que la ilusión; 
y no lloro, ni suplico... sólo vivo, 
esperando llegue un día: ¡Mi navidad!

Mi cuerpo está de rodillas,
pero mí alma está de pie;
y grita su rebeldía,
en esta canción de fe.

Lo que me negó el destino, 
alguien me lo debe dar; 
Dios no trazó mi camino, 
Dios no haría esa maldad.

Sólo quiero una caricia,
que alumbre mi Navidad.
Yo sólo pido justicia!
Yo no quiero caridad!


CELESTE

Eres como el perfume de magnolias felices,
como el rumor de otoño cuando caen las hojas;
como las oraciones que alivian las congojas, 
y como el arco iris que regala matices.

Tienes el raro encanto de las noches de luna, 
la majestad serena de las cumbres nevadas; 
eres la princesita de los cuentos de hadas,
sonrisas y miradas, son tu mejor fortuna.

Al caminar por Lima, pedacito de cielo,
callará el río Rímac, para escuchar tus pasos;
la Cruz del San Cristóbal, extenderá sus brazos,
y mil "santa-rositas" te ofrecerán su vuelo.

Pronunciará tu nombre la brisa en las auroras, 
repetirá tu nombre el viento de la tarde;
lo cantará el lucero que en nuestras noches arde, 
lo cantará la lluvia, lo cantarán las horas.


CANCIÓN DE FE

Yo creo que algún día 
la espina se hará rosa 
y se hará luz la duda
y el hambre se hará pan.

Yo creo que algún día 
se morirá la muerte 
y será la moneda 
de amor y de verdad.

Ese día el hombre 
será de color alma 
y el odio arrepentido 
querrá volverse amor.

Los niños tendrán risa,
los hombres tendrán paz; 
Dios se volverá hombre
y así se quedará.


ADIÓS Y SOMBRAS

Temblor en las manos
temblor en las hojas,
sombras en el parque
en el alma, sombras.

Silencio en las bocas
que acaso se nombran,
como a flor de labio,
se besan las rosas.

Sombras en el parque
en el alma, sombras,
solo yo en silencio
una sombra más.

Mi boca callada
que ahora te nombra
con voces de llanto
que no escucharás.

En el límpido estanque
la estatua se mira,
bañada de luna,
tan pura, tan casta,
sus pies entre lotos
las ondas se rizan
y flechan las aguas
los peces de plata.

Tú y yo en silencio
dormidas las ansias
unidas las manos
unidas las almas
y el adiós tan triste
que se hará distancia
y flechan las aguas
los peces de plata.

Como si el decirlo
quebrara dos vidas
y el adiós muy triste
que se hará distancia
como si el decirlo
quebrara dos vidas.


SIEMPRE
(Música: Carlos Hayre)

Quiero que estés a mi lado
cuando la hora
de partir para siempre
haya llegado.

He de gozar mi agonía
si he marchado
despedido por tu mano
bienhechora.

Como un mustio rosal que se desflora,
han de caer mis fuerzas, agotado
y velará mi cáliz deshojado
la sombra de tu imagen protectora.

Así, mi vida verás
cómo se ausenta,
mientras una sonrisa macilenta
ha de tallarse en mi faz marmolizada.

Así, mujer,
la que trocó mi suerte,
ha de ser mi camarada hasta la muerte,
amada en vida y tras la vida, amada.