"Pero hay otra canción que difícilmente se oye: Canción de fe, de Manuel Acosta Ojeda, que al escucharla Brassens o Pinglo, desde donde se encuentren, sabrán que el mensaje está escrito con el mismo idioma del espíritu universal, del ritmo interior, que sostiene la creación de los grandes bardos. Dice Manuel Acosta: 'Yo creo que algún día, / la espina se hará rosa, / y se hará luz la duda / y el hambre se hará pan. / Yo creo que algún día, / se morirá la muerte, / y será la moneda / de amor y de verdad. // Ese día el hombre / será de color alma, / el odio, arrepentido, / querrá volverse amor. / Los niños tendrán risa, / los hombres tendrán paz, / Dios se volverá hombre / y así se quedará.' Este poema es más que una súplica; involucra muchísimo más que un rezo; es una demanda a la sociedad, al ser humano". José Antonio Bravo (Diario El Peruano. Lima, 30 julio 2002) "Desde muy niño empecé a entender la música, mi padre, don Alejandro Acosta Flores, además de cantar con mi tío Estanislao, cantaba con mi madre, doña María Luisa Ojeda Cutimbo, que le hacía una hermosa 'segunda voz'. Por esa época, 1930, no habían 'solistas' para la canción popular, todo se cantaba en dúo: 'marineras', 'yaravíes', 'tonderos', 'huaynos', 'valses'. En las radioemisoras se escuchaba buena musíca. A los 8 años comencé a cantar con mi padre en los sindicatos y escuchaba las denuncias de los trabajadores contra el gobiemo del general Oscar R. Benavides. Conocí pues muy temprano, lo que era amar a la belleza y odiar a la injusticia. Por 1950, gracias a mi compadre Carlos Hayre, conocí todos los barrios viejos de Lima y Callao, y a personajes de la música criolla nacidos antes del gran maestro Felipe Pinglo. De ellos aprendí que la canción criolla no sólo sirve para bailar, también puede hacer pensar. Esta es la primera grabación de larga duración en la que canto con 71 años de voz, mis canciones. El 70 % de mis más de mil obras musicales, poco trabajo para más de 50 años, son valses. Las demás, abarcan todos los ritmos conocidos de nuestra costa; bastantes de nuestros andes y algunos de nuestra selva. Conozco casi todos los pueblos de nuestra patria y varios paises de América Latina y Europa. Han elogiado mi obra, prestigiosos intelectuales en numerosas publicaciones del Perú y el extranjero, que he omitido pues prefiero que quienes oigan mis canciones no sean manipulados por recomendaciones. He recibido muchas distinciones y trofeos, que jamás me han envanecido, pues nadie puede dar lo que no tiene y todo lo que he creado lo aprendí de mi pueblo. Mis valses criollos los enriquece la primera guitarra de Adolfo Zelada Arteaga, que junto a Oscar Avilés Arcos, es el único de los grandes guitarristas que conservan el sabor antiguo. Para mis valses melódicos toca Octavio Tícona Paredes que les aplica armonías modemas, a los dos maestros los apoya la guitarra de Renzo Gil Bayona, a quien le he dado la oportunidad de que me acompañe, en primera y segunda guitarra, 4 valses, con la esperanza que se supere, pues aún le falta mucho pero tiene talento. Con la ayuda de mi hija Celeste estoy reuniendo toda la música y los artículos periodísticos que he escrito. Mí gratitud a las personas que estiman mis canciones y especialmente a Mario Cerrón Fetta."
Manuel Acosta Ojeda |
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