EL PLEBEYO
La noche
cubre ya con su negro crespón,
de la ciudad, las calles que cruza la gente
con pausada acción.
La luz artificial, con débil proyección,
propicia la penumbra que esconde en su sombra
venganza y traición.
Después de
laborar, vuelve a su humilde hogar,
Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo,
el hombre que supo amar, y que sufriendo está
esa infamante ley de amar a una aristócrata
siendo plebeyo él.
Trémulo de
emoción, dice así en su canción:
El amor siendo humano, tiene algo de divino.
Amar no es un delito, porque hasta Dios amó.
Y si el cariño es puro y el deseo es sincero,
¿por qué robarme quieren la fe del corazón?
Mi sangre,
aunque plebeya, también tiñe de rojo
el alma en que se anida mi incomparable amor.
Ella de noble cuna y yo, humilde plebeyo,
no es distinta la sangre, ni es otro el corazón.
Señor, ¿por qué los seres no son de igual valor?
Así en
duelo mortal, abolengo y pasión,
en silenciosa lucha condenarnos suelen
a grande dolor, al ver que un querer,
porque plebeyo es, delinque si pretende
la enguantada mano de fina mujer.
El corazón
que ve destruido su ideal,
reacciona y refleja en franca rebeldía,
que cambia su humilde faz;
el plebeyo de ayer es el rebelde de hoy,
que por doquier pregona la igualdad en el amor.
EL
ESPEJO DE MI VIDA
Ayer tarde
me he mirado en el espejo,
pues sentía por mi faz por curiosidad,
y el espejo al retratar mi cuerpo entero
me ha mostrado dolorosa realidad.
Ya estoy
viejo, hay arrugas en mi frente,
mis pupilas tienen un débil mirar
y mis labios temblorosos y arrugados
saboreando están los besos
que ayer dieron y hoy no dan.
Tuve amores
y mujeres a porfía,
fui mimado y halagado con afán,
más aquella juventud que yo tenía
fue muy loca y no la pude remediar.
Con los
años huyeron mis privilegios
uno a uno mis idilios vi fugar,
y hoy tan sólo de este apogeo me queda
bucles, retratos, pañuelos,
cartas de amor y nada más.
El espejo en
que me vi hoy es mi amigo
porque mudo me ha mostrado la verdad,
hoy comprendo el secreto de mi olvido
y conozco el por qué de mi orfandad.
¡Pobre
viejo! dirán todos al mirarme,
¡Pobre viejo! el eco repetirá
y este viejo enseñando una sonrisa
y un mueca de desprecio con orgullo ofreceré.
EL HUERTO DE MI AMADA
Si pasas por la vera
del huerto de mi amada
al expandir tu vista
hacia el fondo verás,
un forestal que pone
tonos primaverales
en la quietud amable
que los arbustos dan.
Allí es donde he dejado
lo mejor de mi vida
ahí mis juramentos
vagando han de flotar;
porque ese ha sido el nido
de amargos sufrimientos
donde la infame supo
de mi amor renegar.
Quien quiera con el alma
y el corazón lo mande
quien busque amores buenos
que deje de soñar
el corazón y el alma
son dos fuerzas humanas
que emprenden una senda
para no regresar.
Sus afectos son leyes
que gobiernan y mandan
labrando así la dicha
como también el mal;
y reciben y cumplen
las voces del destino
que tan pronto nos ríe
o nos hace llorar.
No sé porqué recuerdo
con algo de tristeza
las hieles que el destino
me supo deparar,
y el afecto mentido
de quien yo idolatraba
que ha convertido en odio
mi férvido adorar.
No sé por qué me apena
hablar de aquellos días
que el engaño me trajo
en forma de mujer,
no sé si es algo bello
vivir de desengaños
porque es más halagüeño
reírse del querer.
Quien quiera con el alma
y el corazón lo mande
quien busque amores buenos
que deje de soñar
el corazón y el alma
son dos fuerzas humanas
que emprenden una senda
para no regresar.
HORAS DE AMOR
El jardín conventual
me recuerda el ayer
su bello surtidor
me ha llenado de splin,
la fuente que hay en él
testigo es de mi afán
por convencer de mi querer
candorosa y mística beldad.
Como busca la luz
toda verdad aunque la agobien
ha de brillar límpidamente
atesorada en sus fulgores
para decirle al mundo
que la amé con toda el alma,
que fue puro nuestro idilio
la adoré con loca ensoñación.
Así fueron las horas
inspirándome en tu imagen
he vivido obsesionado
al calor de tu mirada,
hoy que ya no me guían
ni me brindan sus amores,
el vivir es un martirio,
hastiado me siento
en esta lid de amor.
DE
VUELTA AL BARRIO
De nuevo al
retomar
al barrio que dejé
la guardia vieja son
los muchachos de ayer.
No existe ya el café
ni el criollo restaurant
ni el italiano está
donde era su vender.
Ha muerto doña Cruz
que juntito al solar
se solía poner
a realizar sus ventas
al atardecer,
ya no hay los picarones
de la buena Isabel
todo, todo se ha ido
los años al correr.
Barrio de mi
ilusión
de ti yo me alejé,
pensando que al rodar
no fuera el mundo cruel.
Tus glorias de otros tiempos
procuré al retornar
y el pendón de tu nombre
orgulloso pasié.
Hoy de nuevo
al llegar
cansado de la lid,
a los nuevos bohemios
entrego el pendón
para que lo conserven
y siempre hagan flamear,
celosos de su barrio
y de su tradición.
Rompiendo la
quietud
del barrio al dormitar,
el viento al rezongar
ha traído hasta mí
las notas de un cantor
melódico y que así
con su bello cantar
invitaba a danzar.
Nostalgias de bohemio
entre mí han surgido
y lleno de afán
añoré con envidia
aquellos laureles
de tiempos atrás;
la vida en su misterio
me ha dado una verdad
los tiempos que se fueron,
esos no volverán.
SUEÑOS
DE OPIO
Sobre regios
almohadones recostada,
incitante me sonríe bella hurí
cual reina de que hablan los cuentos de hadas,
deslumbrante se presenta para mí.
Sus miradas
son de fuego, me enloquecen;
ella me ama y me ofrece frenesí
en su rostro de querube o de Nereida
se adivinan deseos de goces mil.
Droga
divina, bálsamo eterno
opio y ensueño dan vida al ser;
aspiro el humo que da grandezas
y cuando sueño, vuelvo a nacer.
Me vuelvo
dueño de mil riquezas,
lindas mujeres forman mi harén
y en medio de ellas, yo adormitado
libando dichas, bebiendo halagos
entre los brazos de una mujer.
Primorosas
odaliscas en mi torno
obedecen mi cariño de Rajá;
y sus mimos y cariños amorosos
son tributos de esclavas a su sultán.
Una y otra
me suplican que las ame,
y les brinde mi cariño más sensual,
¡Oh, delicias que nos duraron tan sólo
lo que el opio en mi ilusión pudo forjar.
LA
ORACIÓN DEL LABRIEGO
Es ya de
madrugada,
el labriego despierta,
al entreabrir sus ojos
la luz del alba ve.
Entonces
presuroso,
saliendo de su lecho
musita esta plegaria
llena de amor y fe.
Señor, tú
que has creado
las aguas de los ríos
y a los prados permites
el verdor que se ve,
No niegues
al labriego
el divino rocío
que con cada caída
alegra nuestro ser.
La campiña
que luce
hermosos atributos
por ti florece siempre
cual ameno vergel.
Pero si tú
nos niegas
agua, sol y rocío,
morirán los labriegos
de inanición y sed.
Después de
la jornada,
la lampa sobre el hombro,
al ponerse la tarde
retorna el labrador.
Y mientras
que tranquea
de vuelta a la cabaña,
cantando el pensamiento
modula esta canción:
La ansiada
primavera
que exalta los amores
te debe la pureza
de todo su arrebol.
Y el
concierto admirable
de pájaros y flores
por obra de tu gracia
conservan tu primor.
En medio de
este encanto
que alegra corazones,
el labriego es el guarda
de tan rico joyel.
Como
guardián te pido
que con tu omnipotencia
multipliques los frutos
que cosechar podré.
AMOR
ILUSO
Ven, dame a
mí morena tú,
el trono de tu amor genial
que yo pagaré este favor
con un amor eterno, pasional;
dime si esclavo quieres
que yo sea de tu ser genial
toditos mis afectos para ti serán.
Amor tan
pizpireta, tan pervertida
y pícara realidad,
corazón tan canalla
que te enamoras de quién no te ha de amar.
Cariño tan
perverso que así traicionas
mi canto de verdad,
por qué en silencio lloras, por qué suspiras
si tienes que pagar.
En mi mente
de iluso a tus acciones
un velo les eché
creyendo que así fueran las veleidades
propias de la mujer.
Te adoré
con delirio, con fe
creyendo pudieras comprender
que mis nobles acciones
correspondieran a tu falso querer.
PASIÓN
Y ODIO
Ayer la
amaba yo,
hoy mi pasión es cruel,
termina en mí el deseo
de amarla otra vez.
En mi
memoria está
promesa de infame mujer
que el tiempo no logró
a lapidar un mal querer.
Esos labios
que plenos
de pasión he besado hoy llevan el estigma
de un recuerdo angustiado.
Las mejillas
que un día
mis labios colorearon,
el polvo del olvido
las ha envuelto en el fango.
¡Hoy odio a
la mujer
que antes idolatré!
Mi caiño le di
a esa mala mujer
que no supo apreciar en mí
la lealtad de un querer.
La maldad de
este ser
ha llegado a inspirar en mí
gozar de la mujer
y el corazón nunca entregar.
EL
CANILLITA
Anunciando
los diarios
que a la venta lleva,
cruza el canillita
sudoroso y fugaz,
corriendo fuertemente
por ser de los primeros
en vender los diarios
y ganar el jornal.
Acaso mis
ojos
tal vez hayan mirado
a un muchacho que lucha
por el pan de su hogar
o también es posible
que me haya inspirado
en un huérfano humilde,
en un desamparado
sin padres que adorar.
"El
Comercio", vocea
con afán el pequeño,
"La Crónica, interesante",
enseguida dirá.
"La Nación" y "La Prensa",
le oiremos pregonar.
Si muchos de
nosotros
auscultar pudiéramos
la verdad cruel y triste
de este diario luchar
viviendo en un instante
de mortal desengaño,
compráramos los diarios
para otorgar el pan.
Canillita
travieso
juguetón, bullanguero
de alma que ayer fue buena
y siempre lo será;
si cruzas muy temprano
las calles de tu pueblo
semejas a un obrero
con rumbo a trabajar.
Más tarde
cuando corres
pregonando los diarios
te muestras todo un hombre
que lucha por el pan...
y al llevar la ganancia
a tus padres y hermanos
tu pequeñez de niño
humilla a la crueldad.
POBRE
OBRERITA
Pobrecita la
obrerita que trabaja
día y noche por salvar de la tragedia
y no tiene más cariño ni otro amparo
que su buena madrecita a quien mima con fervor
sumergida en sus sueños de pobreza
su casita es un palacio, la máquina es su pasión
y cuando alguien le promete mil grandezas
responde que con su Singer tiene
en el banco un millón.
Quién fuera así también y pudiera decir,
como la niña aquel, no me llama ilusión
dinero ni placer, sólo quiero vivir si bello el mundo es,
en esta bacanal la virtud es un mal,
el oro es amo y rey, y no hay poder igual
que lo pueda enfrentar
ni menos humillar ostentando honradez,
tan rara es la virtud que al mundo mercader
se le hace duro creer que la pobre mujer
pueda ostentar su faz libre de delación,
del vicio y la maldad.
BOUQUET
Las flores
que he cogido del jardín
las he hecho un bouquet para mi amor,
tiene jazmín del cabo y tulipán,
también claveles rojos de ilusión.
Pensamientos
limitan su confín
y blancas azucenas coloqué,
pero también llevo en mi corazón
a una mujer.
Tus ojos
ternura reflejan
me mata tu lindo mirar,
mi nena, me robas la calma y el alma,
mi vida tuya será.
Los rayos de
la aurora al penetrar
la coqueta ventana del balcón
hallaron marchitado mi bouquet
y todo en completa desolación.
Aguaitaron
más tarde su "boudoir"
y la vieron tan bella como ayer
besando las violetas
que ofrendóle otro querer.
CLARO
DE LUNA
Ven que
entre mis brazos,
entre mis caricias,
al claro de luna, mujer,
vivo yo contento y feliz
porque siempre estoy junto a ti.
Y cuando la luna con sus albos haces
de rayos alumbre a los dos,
tendrán envidia y celos
de tan puro amor.
La vida tan
sólo para mí transcurre
en el sufrir continuo, mi bien,
porque has sido tú, mi amor
que has venido a crear en mí.
Con esas palabras que gratas resuenan
entre mis oídos cual arrulladores
murmullos de besos y palabras tiernas
de pasión voraz.
Vivo en este
instante en sufrir continuo
y eterno desvelo, mi bien,
porque no aceptas mi amor,
porque no comprendes mi mal.
Piensa, niña hermosa, que con tu cariño
la dicha he de conseguir,
no seas malita,
ven, dime que sí.
CELOS
He recorrido
mi jardín esta mañana
y en sus dominios he encontrado sus huellas,
y poseído de un súbito recuerdo
las he seguido lleno de inquietud y pena.
Ellas
terminan junto a un rosal lozano
que ostenta orgulloso su hermosura,
al verse acariciado con ternura
por lindas manos de encantadora nena.
Celos tengo
de esas flores que me roban
el cariño de aquel ángel de pureza,
las envidio porque son acariciadas
sin súplicas, sin lloros y sin ruegos.
Celos tengo
de esos labios tan hermosos
que depositan besitos tan intensos,
y celos tengo de la brisa mañanera
que besa y besa lo que besar no puedo.
RAMITO DE FLORES
Ramito de flores,
que trae el perfume que da
aroma de estancia
que tiene mi amada beldad
no sabes la dicha
que en mí se acrecienta
al verte gozoso esparcir el néctar
que aspira voluptuosamente
la nena que me hace sufrir.
Inundas de aroma,
la fiesta y no has de olvidar
y antes que marchite,
sus manos cogen una flor
con mudo lenguaje
dile que la adoro
dile que me muero de amor
dile que es mi vida
que es mi pensamiento
mi única ilusión.
Quién estar pudiera
ramito de flores, así
contemplando a solas
durante su ensueño de amor
quién pudiera acaso
velar ese sueño y decir:
te adoro mi bien
sin que despertara
sin que se enojara
ni huyera de mi.
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